Barreras especificas frente a la infeccion
Esta vigilancia constante previene infecciones sistémicas. La acidez de la orina también dificulta el crecimiento bacteriano. Esta limpieza periódica contribuye a la salud reproductiva. Los cilios, pequeñas estructuras móviles, expulsan este moco cargado hacia el exterior.
La sudoración, por lo tanto, es una defensa natural. Este flujo continuo limpia el tracto urinario de posibles invasores. Este proceso ayuda a eliminar posibles patógenos presentes en la cavidad uterina. Allí, presentan los antígenos a los linfocitos T, activando la respuesta inmune.
Su acción es crucial en la protección ocular y oral. La micción regular es un mecanismo de defensa importante. La orina, al ser excretada, arrastra consigo microorganismos presentes en la uretra.
El equilibrio de la microbiota es esencial para la salud. La expulsión rápida reduce la carga de patógenos en las vías respiratorias. Las defensinas son cruciales en la defensa contra infecciones respiratorias. El epitelio respiratorio produce defensinas, péptidos antimicrobianos.
El ácido clorhídrico presente en el jugo gástrico desnaturaliza proteínas. Esta enzima degrada el peptidoglicano, un componente esencial de la estructura bacteriana. Esta acción destruye la estructura de muchas bacterias y virus ingeridos.
El ácido láctico y la dermicidina presentes en el sudor inhiben el crecimiento bacteriano. Su actividad protege los pulmones de patógenos inhalados. Esta estructura impide la entrada de microorganismos al organismo.